"Antes los chicos perdían tiempo con la caja boba, ahora absorben conocimientos"
Por Horacio Bilbao, Franco Torchia y Damián Courteaux.
El de Damián es todo un caso. A los 15 años él gasta sus mañanas limpiando vidrios en la avenida San Martín y, con lo que junta, corre hasta "Luna", el ciber ubicado en uno de los ingresos del barrio Ejército de los Andes, más conocido (mal llamado) como "Fuerte Apache". Allí lo esperan decenas de chicos, siempre dispuestos a los desafíos en el mundo virtual. A los del mundo real los conocen hace rato. "A veces me envicio", admite Damián, como si las computadoras lo corrompieran a él. Indefenso.
En el ciber siempre parece de noche. Un par de calaveras penden de los techos con sus ojos saltones y al fondo, brilla la luna, haciendo honor al nombre del local. "Le pusimos así por mi nietita", cuenta Riquelme, el dueño del negocio. El promedio de edad de estos parroquianos virtuales no supera los 12 años. Parece una guardería. Sin peloteros ni crayones; con mouses, teclados y monitores. Y sin canciones infantiles, con la cumbia sonando a pleno. En Luna juegan, compiten, una centena de chicos por día.
Romina le saca chispas al messenger. Del otro lado, en algún lado prendido a su PC, está uno de los hermanos de Carlos Tevez. Romina cuenta entre sus contactos a varios familiares del futbolista, todo un ídolo en el barrio. Y también a los muchachos de la banda cumbiera Piola Vago, grupo de culto del lugar. "Por Internet conocí a un futbolista chileno, empezamos a cruzar mensajes y ahora se vino a visitarme", cuenta Romina, y suelta una risita nerviosa. Cuando chatea, en cambio, no tiene miedos.
Por Luna también pasa Diana, y cuenta que gracias a Internet mató al aburrimiento de las tardes. "En lugar de quedarme en casa sin hacer nada, me vengo para acá", dijo. "Vienen a toda hora y hasta algunos me piden fiado", confirma Riquelme. Diana, Romina, Damián y Riquelme animan un fenómeno que crece. El del acceso a Internet en el conurbano bonaerense. Con pocas conexiones en los hogares, los cibers son cada día más convocantes. Una ventana al mundo y al entretenimiento por un peso la hora.
"Venir acá me ayudó a terminar la secundaria", dice Diana.
No puedo dejar de pensar cuanto más podría hacerse si tuviéramos una estrategia de acción pública sobre estos espacios, especialmente desde los ámbitos locales (municipios, departamentos) que no fuera, simple y conservadoramente, proponer cómo censurarlos o debatir a cuantas cuadras deben estar situados de las escuelas.
Fuente: Clarín; 15-12-2006.
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